Para cortarse las venas con la minipimer
"¿Que tal las vacaciones?" Creo que esta es la frase que más se pronuncia en estas fechas. Y oye, es curioso, pero todo el mundo la dice con una sonrisa. "Pues bien, cortas (sonrisa estúpida)". Cortas no. Cortísimas. Vamos, que hoy es mi primer día después de las vacaciones y me he estado planteando el no volver. Y se me ocurrían cosas de lo más tontas "Y si me quedo aquí en mi pueblo, y monto, que se yo, un taller de alfarería, o de carpintería... tiene que molar vivir aquí todo el año, que tranquilidad...". Y es una idea tonta porque yo, que no soy capaz de colgar un cuadro derecho, ¿Cómo voy a ser capaz de hacer un mueble, por sencillo que sea?. De hecho una vez lo intenté, intenté hacer una mesa, con unas ruedecitas, y un cristal... en mi cabeza era preciosa... En la práctica las tablas que compré para hacerla acabaron como estanterías en el garaje... eso si, torcidas.
Por mucho que me empeñe, se que mi sitio está aquí, no en un pueblo de vacas (No me refiero a "vacas" en plan abreviatura pija de vacaciones. Me refiero a vacas de verdad, las de manchas blancas y negras...). Es que si me paro a pensarlo se que no duraría allí ni un mes. Vamos, con deciros que la última semana he estado allí solo, pensando "Que bien, ahora que se ha ido todo el mundo tengo tiempo para mi, para hacer chapucillas en casa, leer, tocar la guitarra... ¡Que gusto, que relax!". Pues me vine un día antes de lo previsto de lo que me aburrí de colgar cosas torcidas. ¡Imagínate así un año! Para cortarse las venas con la minipimer.
En fin, que la vida es así, y que hasta los 65 años va a ser siempre igual, que le vamos a hacer. Menos mal que mi trabajo me gusta, porque si no me gustara sería terrible. Joder, que bien esto de los blogs, casi hasta que me estoy animando... "¡Jefe, más madera, esto es la guerra!".
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