Blog personal anti-stress...


lunes, febrero 16, 2009

Los jubilados

Llevo un par de meses yendo por la mañana a nadar a una piscina municipal antes de ir a currar, por eso de hacer algo de deporte, que me estoy oxidando y aún soy joven, que cojones. El caso es que la piscina abre a las 7.30, así que me da tiempo a ir, nadar media horita e irme a currar.

Que tu piensas "Joder, a esas horas, quién cojones va a ir a nadar". Pues hay alguien que va, si. Los jubilados. Que digo yo, estando jubilados, santo madrugón, teniendo en cuenta que tienen todo el día para ir. Porque a mi no me queda mas cojones. "Por la tarde", dirá alguno... Si, claro, con todos los niños del barrio, y con dos calles para natación libre porque en las otras están dando clases... Been there, done that.

Algunos son muy graciosos, y otros no hacen ni puta gracia. Los graciosos se meten en la piscina de los niños a hacer aqua-gym con un monitor, que esos no molestan, porque ya ves, no estorban en la piscina grande. Y luego están los que a su edad les ha dado por llegar a nadadores olímpicos. Y los ves allí toooooodos los días, y llegas y están, y te vas y están... Y nadan a paso burra, claro, con lo cual nadar con ellos en la misma calle es un puto suplicio, además de que al pasar a su lado te meten manotazos, porque claro, para que van a tener en cuenta que ahí hay más gente...

También están los del alzheimer. En los vestuarios hay unas duchas al aire, vamos, que nos duchamos todos juntos tipo mili, salvo en la última esquina que hay una ducha con mampara, para los pudorosos supongo. Bueno, pues hay un señor y yo que debe ser que tenemos el mismo timing y coincidimos casi siempre en las duchas. "Si no te importa me dejas a mi en la ducha esta que tengo mal las piernas y así me puedo sujetar"... Claro, picha corta, claro... Adelante, hombre, toda tuya... Porque digo yo que si tienes mal las piernas que COÑO haces nadando... Luego hay otro que llega cuando yo me estoy afeitando, y siempre dice "Buenos días", luego abre el grifo, mete dentro el gorro y dice "Le voy a dar con un poco de agua, porque tenía un gorro antes que este que le salieron como unas ampollas amarillas, debe ser de no lavarlo o no se...." (A mi me da un asco que no puedo con él). Joder, que te dan ganas de decirles "Abuelo, que ya me lo ha contado". Yo no puedo hablar muy alto, porque a mi me pasa lo mismo, le cuento las cosas a la gente varias veces, es lo que tiene tener memoria de pez.

Ah, y luego están los frioleros. Un día se jodío el calentador del agua de la piscina, y estaba a 25 grados (Uuuuuuuu, Dios miooooooo, está heladaaaaaaaa... hehehe...) Yo llegué y la piscina vacía, que pensé "Joder, hoy voy a nadar a placer". Me meto, "Bueno, no está mal", empiezo a nadar, y al rato me doy cuenta de que todos los que no están en la grande están EN LA PEQUEÑA, apiñados... Y luego tengo que aguantar a un viejo cuando nos estábamos cambiando decirme que claro, que yo aguanto el frío por las grasas... Que yo le dije "No es cuestión de grasas, abuelo, es cuestión de años, que a su edad ya se coge frío con cualquier cosa..."

Es mentira, no se lo dije, pero se lo tenía que haber dicho, que cojones.

El poder de las masas

El sábado fue San Valentín, por si alguno no se ha enterado. Resulta que yo no soy gran fan de San Valentín, de hecho me parece una gilipollez bastante grande, pero ¡Oye!, que yo respeto a la gente, ¿Eh?

Pues como era sábado decidí reservar en un restaurante que conozco en la plaza Santa Ana para ir a cenar con mi mujer, no porque fuese San Valentín, sino porque era sábado, y entre el trabajo y el máster no nos vemos el pelo.

Había reservado a las 9.30, cogemos el coche (si, vivimos a las afueras) y pensé "Buah, directo al parking de Santa Ana, cenita, y de vuelta a casa, cojonudo". Cojonudo, si... ¡Cojonudísimo!. Llegamos a Neptuno y la entrada del parking de Las Cortes, que marcaba "Completo" en rojo rojísimo, parecía un desguace. Tres filas de coches apuntando hacia la rampa, que yo pensé, "joder, menos mal que no vamos a este, pero si este está así, que chungo...".

Total, que enfilamos la calle del Prado. En el cruce con San Agustín (vamos, el primero) ya estábamos parados. Y pensé, "verás que gracia chuparse todo este atasco hasta Santa Ana para que lleguemos y esté completo". Total que me dije, "Pues nada, aparcamiento salvaje". Conozco la zona porque mi abuela vivía en ella, así que decido aparcarlo en la calle Cervantes aún sabiendo que está prohibido porque la han hecho peatonal, pero total, no me llegan las multas, es lo que tiene tener el coche matriculado en otra provincia...

Y pensaréis, "Que listo, así está Madrid, con los listos como este..." Pues si, efectivamente, estaba la calle ENTERA llena de coches mal aparcados... Yo ya ahí me empecé a poner de mala ostia. Total, que me dice mi mujer "Vamos a Alfonso XII, aparcamos allí, y luego vamos al restaurante, o nos vamos a otro". Si, claro, Alfonso XII... el Paseo del Prado "petao" de coches, y mi mujer y yo pensando en sitios alternativos, ya eran las 9.30 (anulamos la reserva del restaurante, claro, viendo el plan), todos los sitios a los que llamábamos estaban completos, y otros que se nos ocurrían, no teníamos el teléfono y como para arriesgarse a ir hasta allí y que no haya mesa...

¿Pues sabéis donde acabamos cenando? En nuestra PUTA casa, una PUTA pizza del PUTO Telepizza. ¿NO HABÍA CRISIS? Ah, claro, que como es SAN VALENTÍN vamos a salir todos a la vez a petar todo Madrid y a hacernos los románticos por un día cuando el resto del año estamos tocándonos los huevos en el sofá mientras nuestra novia/esposa se deja los lomos fregando y cuidando a los niños, y cuidado a ver si te suelto una ostia que no me dejas ver el partido...

Que país...